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dimecres, 30 de setembre del 2009

Examen de Cinefilia (parte XXIII) (B)





Bueno, pues aquí tienen los dilectos examinandos el resto del examen - acertijo que cierra este caluroso mes de septiembre.

Esta segunda parte, que si nada falla se publicará a las siete de la tarde (hora de España peninsular, una hora menos en casa de ANRO), complementa con una serie de pistas facilísimas, algunas de escándalo, el total del entretenimiento propuesto.

Antes que nadie diga nada, sepan que el amigo blogger se cuida, automáticamente, de recoger la fecha y hora de sus comentarios, por lo que, siento decirlo, los comentarios cronológicamente posteriores a la fecha de publicación de esta segunda parte, que aparezcan aquí o en la primera, serán calificados como de aprobado justito.

Lo siento, pero es lo que hay. Un poco de rigor, que el "profe" es tonto, pero no tanto...

(Lo que sí tiene es mala idea, oigan...)

Bueno, dejémonos de bromas, y vayamos al meollo de la cuestión, que ya me estoy enrollando demasiado.

¿Preparados?





Allá van las últimas pistas:


Pista 8


Pista 9


Pista 10


Pista 11


Pista 12


Pista 13


Pista 14


Pista 15


Como se habrá comprobado, la diversidad de obras, por su género y fecha de estreno, demuestra la grandeza de la persona cuya identidad oculta espero se haya descubierto ya, después de haber pasado un ratito agradable.

Gracias por participar y entrar en el juego.



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Examen de Cinefilia (parte XXIII) (A)




Se la rifaban, que se dice.

A la persona cuya identidad hoy habrá que averiguar, se la rifaban todos los que mientras vivió (mecachis, que se me escapan pistas) se dedicaban a esto de hacer películas.

Películas interesantes, algunas buenas, unas pocas verdaderamente imprescindibles, incluso alguna que otra obra maestra.

Películas que, sin la colaboración de esa persona, desde luego que no hubieran alcanzado el recuerdo imborrable en la memoria de los cinéfilos.



¿Estamos a punto?

Cojan lápiz y papel, y tomen nota de lo que va a ver. ¡Y nada de mirar en IMDB!

Hoy, como es tan, pero tan fácil, he decidido hacer la tortura err, digo, el examen, en dos partes: una por la mañana, y otra por la tarde.

Por la mañana, como estamos más fresquitos, las pistas menos fáciles.

Allá van:

Pista 1


Pista 2


Pista 3


Pista 4


Pista 5


Pista 6


Pista 7


Pista para despistados


Supongo que, a estas alturas, ya habrán dado con la solución al acertijo.

Sería todo un detalle apuntar los títulos de las películas cuyos trozos se han podido ver.

(ji,ji)

Si no es así, luego, tras la reparadora siesta, podrán hallar más pistas.



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dilluns, 28 de setembre del 2009

Secundarios de Lujo (17)





Nacido en Boston en 1935 en el seno de una familia italo-americana, John Cazale sintió desde muy joven la vocación de ser intérprete, por lo que asistió a clases en la academia Oberlin y en la Universidad de Boston. Tan pronto como acabó sus estudios, se trasladó a Nueva York, donde entabló una estrecha amistad con Al Pacino, que, como él, trabajaba como chico de los recados en la Standard Oil, a la espera de una oportunidad para demostrar sus talentos como actores.

Ambos intervinieron en la pieza teatral The Indians Wants the Bronx y posteriormente John actuó también con Robert de Niro y la que se convertiría en su prometida, Meryl Streep.

Sean buenos recuerdos o palabras cariñosas para un ausente, el caso es que Cazale, que falleció en 1978, dejó una ristra de buenos amigos que siempre hablan de él resaltando una bonhomía excepcional.

Pacino le convenció para que se presentara al casting que se realizaba para El Padrino, en la que sería su primera intervención en un largometraje, ya que, anteriormente, en 1962, había protagonizado un corto titulado The American Way (1962)

En su carrera en los escenarios había recibido muy buenas críticas, pero fue gracias a su interpretación del más débil de los Corleone, el hijo mayor, Fredo, por lo que recibió mundial consideración y popularidad:

The Godfather (1972)

Coppola quedó entusiasmado con el trabajo de Cazale, hasta el punto de incorporarlo a su troupe de actores amigos; le reclamó para una pieza muy personal, que ya comentamos aquí en su momento, creada en el tiempo de desintoxicación mafiosa, la muy especial The Conversation


Al parecer, fue el mismo Coppola el que, al pergeñar el guión de El Padrino II, decidió ampliar el carácter de Fredo, en la seguridad que Cazale sabría sacarle todo el jugo a su complejo personaje:

The Godfather II (1974)

Al Pacino de nuevo le convenció para que actuara en una película en la que entre ambos mostrarían su amistad y complicidad interpretativa; se dice que Sidney Lumet quería un actor mucho más joven, pero que Cazale, que aceptó someterse a una audición, bordó el papel de un aficionado atracador de bancos en:

Dog Day Afternoon (1975)

Su última incursión cinematográfica representó una vuelta a sus orígenes, ya que en el reparto hacía apoyo a su amigo Robert de Niro y a su prometida Meryl Streep. La cinta, dirigida por Cimino, vió alterarse su logística debido a que, apenas empezado el rodaje, se supo que Cazale padecía un terrible cáncer de huesos, sin solución posible. La productora quiso despedir a John, pero Meryl, que ya era una estrella, aseguró que ella se iba con él. Cimino lo dispuso todo para filmar las escenas de John Cazale primero que todo. John Cazale falleció antes del estreno de :

The Deer Hunter (1978)

Sin embargo, su película póstuma fue El Padrino III ya que Coppola quiso rendirle homenaje y sacó del archivo algunos fragmentos, para que también en la tercera parte de la trilogía Cazale apareciera.

No deja de ser curioso que un actor como Cazale, que intervino sólo en cinco largometrajes, sea recordado por la cinefilia como uno de los más grandes secundarios del cine; evidentemente no falta razón en esa consideración, ya que no por nada todas y cada una de esas películas concitaron en su momento muy buenas críticas y obtuvieron diversos galardones.

La contribución de Cazale, hábil y serio actor capaz de presentar personajes perdedores con gran eficacia, consiguiendo ser recordado pasados ya más de treinta años de su fallecimiento como uno de los grandes, a buen seguro tuvo su importancia.

Maldito cáncer, que nos dejó sin un actor que nos hubiera asombrado una y otra vez.



p.d.: Espero que los vídeos aguanten por lo menos una semanita, porque esta entrada me ha vuelto loco a causa de las desapariciones en youtube.



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divendres, 25 de setembre del 2009

MM 29 Apocalypse Now (2)



Los ¿viejos? cinéfilos que asistimos en 1979 al estreno de la enorme película de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now, no pudimos menos que sorprendernos por el uso de una vieja canción, Suzie Q que, diez años antes, más o menos, había sido versionada con un innegable éxito por Creedence Clearwater Revival.

La escena que sigue, para el cinéfilo impenitente, representa sin duda un recuerdo imborrable, un video clip imperecedero, en una época en que los video clips todavía estaban por inventar.

Sobre la música, Coppola muestra mucho más de lo que a primera vista parece.

Véanla:




Para los que quieran escuchar la versión de los Creedence, ahí va:

SUZIE Q







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dimecres, 23 de setembre del 2009

Biblioteca Digital Mundial





Supongo que mis doctos lectores ya estarán al cabo de la noticia, pero, por si acaso alguien está todavía reinsertándose después de las vacaciones, se me ha ocurrido que, dado que la temática de este bloc pretende abarcar un poquito más que la pasión cinéfila, puede resultar útil dar a conocer una noticia fresca:

Parece que por fin los poderes fácticos han decidido que internet puede ser una buena herramienta y han decidido iniciar, un tanto experimentalmente, el aglutinamiento de distintos conocimientos.

Es decir, presentar un embrión de lo que puede ser un sitio donde acudir a dilucidar dudas y a conocer documentos que, para su examen, requieren hasta ahora grandes desplazamientos: una librería, una incipiente biblioteca mundial en la que se irán digitalizando (ya era hora, ya) documentos existentes en fondos de conocimiento universal en distintos lugares del globo terráqueo.

Está en marcha desde esta semana.

Como la cabra tira al monte, véase un enlace donde poder visualizar un documental obra de los hermanos Lumière:

Lumière en Sevilla

Esta que sigue parecer ser una declaración de principios en toda regla:

Misión

La Biblioteca Digital Mundial pone a disposición en Internet, de manera gratuita y en formato multilingüe, importantes materiales fundamentales de culturas de todo el mundo.

Los objetivos de la Biblioteca Digital Mundial son:

* Promover el entendimiento internacional e intercultural;
* Ampliar la cantidad y la variedad de contenidos culturales en Internet;
* Facilitar recursos a los educadores, estudiosos y el público en general;
* Permitir a las instituciones asociadas reducir la distancia digital dentro de y entre los países.


Que lo disfruten.

Si empiezan a explorarlo, me temo que las visitas bajarán.... pero es lo que hay....



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dilluns, 21 de setembre del 2009

Las manos en los bolsillos




La que conocemos como Segunda Guerra Mundial provocó en el mundo cinematográfico la aparición de un subgénero que se denominó "cine propaganda", aglutinando diversas obras de distinto calado y condición que tenían como razón de ser última la de infundir ánimos y elevar la moral de los ciudadanos.

Películas de toda clase, tanto bélicas como dramas, thrillers y relatos de espionaje, comedias musicales y pseudo-documentales, servían a un único destino.

Muchísimas de esas películas han caído en el olvido por su falta de calidad, producciones de serie B rodadas precipitadamente y con escaso presupuesto.

Otras, fruto de la mano hábil de buenos directores, permanecen en la memoria cinéfila, vigentes aun los postulados que las sustentan por obra y gracia de excelentes guiones y dominio del lenguaje cinematográfico.

Ya vimos aquí hace tiempo una muestra de la mano del gran Ernst Lubitsch que en 1942, en plena guerra, ofreció una acertadísima visión de los primeros momentos de la sangrienta contienda, la ocupación de Varsovia por Alemania. En su momento, Lubitsch recibió agrias críticas por el tono humorístico de su pieza, siendo así que permanece su mensaje contra aquellos hechos por la refinada ironía y sarcasmo con que retrató el totalitarismo, advirtiéndonos aun de sus peligros.


La cinta de Lubitsch no fue estrenada en España hasta al cabo de muchos años. Otro tanto ocurrió con una película dirigida por otro europeo circunstancialmente emigrado a los Estados Unidos de Norteamérica para evitarse la contienda en tierra propia y seguir luchando, con sus medios, contra el invasor.

De hecho, el estreno se produjo directamente en la televisión; una pena que el trabajo de Jean Renoir, realizado en 1943 con la inestimable colaboración de Dudley Nichols no haya sido presentado, por lo que he podido leer, en pantalla grande.

Hablo, naturalmente, de la película conocida en España como Esta Tierra es Mía (This Land is Mine, 1943 )

(No se confunda el joven cinéfilo con otras dos películas de igual título en España, una dirigida por Henry King y otra por Hugo del Carril )

This Land is Mine fue producida por Renoir y Nichols para la RKO con bastante libertad; ambos se ocuparon del guión, posiblemente en su mayor parte Nichols, con algún añadido o retoque por parte de Renoir, quien se ocupó completamente de la dire
cción cinematográfica, contando con Nichols para algunos detalles de la ambientación, ya que en estudio se recreó un pueblo que es ocupado por las fuerzas invasoras del ejército alemán.

A pesar de la condición de francés de Renoir, con la idea de transmitir al público estadounidense las vivencias de los estados sometidos a invasión, en el inicio se indica que la acción transcurre "en algún lugar de Europa", aunque los apellidos de los personajes pertenecen a genéricos franceses.

Renoir desde el primer momento decidió que el protagonista sería su íntimo amigo Charles Laughton que debía ocuparse de representar al héroe anónimo, un profesor de escuela llamado Albert Lory, hombre de mediana edad, culto, enamorado en secreto de su compañera de claustro Louise Martin (Maureen O'Hara), comprometida con George Lambert (George Sanders), jefe de la estación de trenes en la que trabaja el hermano de Louise, Paul (Kent Smith).

Albert Lory es un pusilánime; más aun: un cobarde que admite su condición y que se halla maniatado por una dominante madre, la señora Emma Lory (Una O'Connor ), que le trata como a un crío acrecentando la natural timidez de Albert y fomentando sus miedos y pánicos al tiempo que le exige una total dedicación.

Las fuerzas germanas hacen presencia en el pueblo a las órdenes de su comandante Erich von Keller (Walter Slezak) y su propósito es apropiarse del núcleo ferroviario y desde él enviar al ejército alemán los víveres y provisiones que los moradores del pueblo deberán buscar en el mercado negro.

Hay dos escenas cabales al inicio de la narración que perfilan con suma eficacia la situación: los profesores se ven obligados a arrancar de los libros de texto unas páginas y entregar una serie de libros de la filosofía clásica, fruto de la censura del invasor, y la madre de Albert le presenta con el desayuno, de sorpresa, una botella de leche, mientras amargamente se queja que, habiendo tantas vacas en el campo, tenga que rogar por un cuarto de leche.

Renoir y Nichols, desde luego, nunca tuvieron en mente producir una película meramente propagandística contra la Alemania nazi.

Renoir mueve la cámara con sencillez, huyendo de planos efectistas, otorgando una naturalidad a las escenas que con muy buen ritmo nos va mostrando las vicisitudes de ese pueblo sojuzgado, traicionado por sus líderes electos y por sus clases medias, convencidas éstas de la bondad de las intenciones del astuto invasor.

Las interpretaciones de los secundarios son muy ajustadas todas ellas y vista la película, se aprecia el buen trabajo realizado por O'Hara y Sanders, ella realmente confusa ante la calculada ambigüedad de él, hasta que percibe la realidad del pensamiento del colaboracionista que anida en ese representante de la clase media descontenta con el incremento de libertad de las clases trabajadoras.

Tanto Nichols como Renoir describen oportunamente el trasfondo de todos los personajes que envuelven a los protagonistas, que, en opinión de este comentarista, son, clarísimamente, dos, prototipos inolvidables:

Por una parte, se cuidan de retratar con profundidad la psicología de su héroe, un Albert Lory que cada mañana es despertado a voces por su madre que adelanta el reloj al pié de la escalera; Albert baja con el gato de su amada Louise en brazos y lo primero que hace es ajustar la hora del reloj, sin chistar. Albert se aterroriza cuando los aviones bombardean los alrededores, causando las burlas de sus propios alumnos. El director de la escuela, Profesor Sorel (Philip Merivale), trata de infundirle valor, asegurando que el enemigo invasor podrá quemar los libros, pero recordándole que su texto y sus ideas permanecen en ellos, que no deben desfallecer, admitiendo Albert su cobardía al tiempo que su decisión de ocultar en su dormitorio -sin que su madre lo suponga- algunos de los libros prohibidos por los alemanes.

De otra parte, y ahí está en mi opinión el mayor acierto de la película, se cuidan de describir con sumo detalle la personalidad del comandante von Keller.

Apoyados por la impresionante labor interpretativa de Walter Slezak, Renoir y Nichols presentan un malvado nazi que sabe seducir con detalles y palabras cultas; un nazi que conoce los textos de Tácito y sabe recitarlos en latín, dejando boquiabierto al alcalde Henry Manville (Thurston Hall), que adopta una actitud colaboracionista propia del Gobierno de Vichy, un alemán que se declara admirador de Shakespeare, recitando frases de Romeo y Julieta al también colaboracionista George Lambert.

Un hombre culto que sabe decir frases bonitas mientras decide tomar diez rehenes inocentes del pueblo como represalia por un sabotaje realizado por Paul; el mismo hombre elegante y amable que ordenará fusilar a todos los rehenes.

Alejándose del fácil maniqueísmo, Renoir nos retrata un malvado sin excusas; no se trata de un desalmado ignorante movido por su brutalidad: es un hombre refinado, que se mueve como bailando al son de una caja de música alrededor del Alcalde mientras le seduce y amenaza a partes iguales hasta lograr su cómplice sometimiento. Un hombre con estudios que alberga en su interior unas ideas terribles, un desprecio hacia los otros que acabará siendo mortal.

Von Keller se erige por méritos propios en un villano memorable, un oponente formidable, astuto y cruel sin compasión, facilitando que el personaje del héroe anónimo, el cobarde Albert Lory, alcance su mayor dimensión. Es sabido que, en el cine, cuanto mejor descrito está el villano, mejor resulta el héroe. Sin duda, Renoir, cineasta sabio, aplica la ecuación cinematográfica de forma perfecta: su forma de retratar a Von Keller es sutil y delicada, con un lenguaje corporal adecuadísimo a sus fines.

Naturalmente, Charles Laughton se aprovecha a fondo de un personaje bombón que deberá oponerse a tan excelente villano. Dando un verdadero recital tanto de dicción (absolutamente imprescindible la versión original) como de gestualidad oportuna a cada momento, en los medidos ciento y pocos minutos que dura la película, asistimos a la conversión del asustadizo maestrillo burlado por sus alumnos hasta eclosionar su valor imparable cuando tiene la oportunidad de expresar sus ideas libremente, amparado por un tribunal civil que le acusa de un asesinato que no ha cometido.

Porque Albert es un cobarde, como él mismo reconoce: pero no es un colaboracionista; su pánico le atenaza y le impide expresarse libremente; le vemos enamorado de Louise pero incapaz de declararse, sufriendo, convulsionado nerviosamente; Renoir sabe colocar entre Albert y Louise la puerta mosquitera, un obstáculo más que Albert, a modo de coraza de sus sentimientos, interpone en la realidad; la cámara le retrata impasible mientras balbucea y tose con su primer cigarrillo; se muestra airado al conocer una maldita delación, pero vencido por la palabra acusadora; sometido en prisión ante las puertas de la muerte, se dejará seducir por el verbo rico y la brillante estrategia de Von Keller. Percibirá la realidad, en una escena brillantemente dirigida por Renoir, cuando verá fusilar a su querido mentor Sorel.

(Por cierto: en la escena, Laughton, agarrado a los barrotes, actuó con tal verismo que los arrancó de cuajo, según dicen, al ser de decorado; inmediatamente, Laughton se retiró del plató, protestando por haberse quedado "cortado" en su interpretación, maldiciendo al pobre Eugène Lourié, que emigró con Renoir para ejercer de director artístico y co-productor)

Pese a los intentos de Von Keller con la complicidad del fiscal para evitar el juicio, Albert acabará por expresarse con rotundidad, clamando por la libertad secuestrada al pueblo por el invasor, rematando la acción con durísimas frases dedicadas a los colaboracionistas, en un discurso impresionante, muy bien filmado por Renoir que, aprovechando la oratoria exhibida por su héroe, muestra el efecto de su elocuente filípica en el público asistente así como en el jurado que deliberará automáticamente su inocencia.

Pero Albert es consciente que, después de su invectiva al invasor, está sentenciado a muerte. Acude a la escuela, leyendo a sus alumnos los artículos de la Declaración de los Derechos Humanos (que, curiosamente, estaban todavía por ser proclamados) en una escena en mi opinión añadida como propaganda política totalmente innecesaria después de lo oído.

Y, cuando los soldados alemanes le sacan de la escuela para ir a fusilarlo, Albert se desembaraza de ellos y, poniéndose por primera y única vez las manos en los bolsillos del pantalón, sale, tranquilamente, a dar su último paseo, indiferente a su suerte, sabedor que su gesto quedará en nuestra retina para siempre, héroe anónimo que ha sembrado su ejemplo en sus jóvenes alumnos.

Ignoro si ese detalle, las manos en los bolsillos, fue ocurrencia de Laughton o indicación de Renoir; yo hubiera acabado ahí, con un plano largo de Albert paseando indiferente hacia el pelotón de fusilamiento. ¡Magnífico!





Me da en la nariz que la RKO metió baza en algún que otro detalle, buscando enaltecer al público estadounidense, ya que una de las metas era conseguir la suscripción de bonos de guerra, y Renoir no pudo sustraerse totalmente.

Como sea, la película ha soportado perfectamente el paso del tiempo gracias a la intemporalidad que se desprende de su falta de detalle minucioso, elevándose de su condición de mera película propagandística anti nazi para permanecer como un perfecto alegato contra los cantos de sirena que ideologías totalitarias, de uno u otro sentido, todavía se oyen en el aire, amenazando la libertad de los ciudadanos.



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divendres, 18 de setembre del 2009

Dos guitarras, tres voces



Uno se da cuenta que el tiempo pasa por muchas razones.

Una de ellas, triste, es que gentes unidas a recuerdos de tiempos de juventud, un buen día, se van a requerimiento de la insaciable parca.

No estoy muy al tanto de qué hacen los adolescentes cuando se van de viaje, pero, en mi caso, bastaba pasar una noche en el monte, alrededor de una buena fogata cabe una tienda de campaña, para que alguien agarrara su guitarra y todos acabáramos canturreando mal que bien canciones como esta:

Puff The Magic Dragon

Cada vez que la oigo, me acuerdo de tiempos pasados; un tipo de música muy especial, el de la llamada música folk, en la que descolló el trío Peter, Paul and Mary, que también hicieron muy buenas versiones de otros autores, como esta:

Blowin in the wind

Bob Dylan quedó encantado de la versión, y seguro que tampoco le desagradó la que hicieron de una canción que más de un cinéfilo recordará haber oído hace muy poco en Watchmen:

These times they are a-changing

También versionaron canciones del gran Pete Seeger, como, por ejemplo,

If I Had A Hammer

El trío, que se disolvió por causas ajenas a sus voluntades, volvió a reunirse esporádicamente con posterioridad, concitando audiencias que recordaban y cantaban de memoria sus éxitos de antaño, aun en lugares tan lejanos como Japón:

Where have all the flowers gone?

Pero ya no podrán hacerlo de nuevo, porque Mary Travers falleció anteayer, a los 72 años.

Vaya esta nota en memoria y homenaje por los buenos momentos pasados alrededor de una guitarra vieja, unas voces rotas y unas miradas limpias.





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dimecres, 16 de setembre del 2009

Cambio de vida




Otro de los directores europeos que fue invitado a participar en la producción de la película Ten Minutes Older fue el finlandés Aki Kaurismäki que el mismo año triunfó clamorosamente en muchos certámenes cinematográficos con su película Un hombre sin pasado.

Su colaboración en la película compuesta de diversos cortometrajes, nos ofrece un relato un tanto críptico de los anhelos y deseos de un moscovita, movido por quien sabe que circunstancias a cambiar radicalmente su vida.

Vean : Dogs Have no Hell

(Siento no poder ofrecer el vídeo con subtítulos en castellano, pero supongo que las escasas frases se entenderán bien en inglés)





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dilluns, 14 de setembre del 2009

Otra del montón




Resulta cuando menos sorprendente que, en pleno inicio del siglo XXI, en cuyo período residen algunas fantásticas narraciones del subgénero literario conocido como de ciencia ficción, se nos ofrezcan productos que, amparados por las más nuevas tecnologías aplicadas en su fabricación, se alejen tanto de una de las bases más importantes de tan especial y específica narrativa: la lógica.

Cuando siendo adolescente me aficioné a leer novelas de ciencia ficción, mayormente escritas por gentes como Bradbury o Assimov, constaté que el género permitía a sus autores presentar problemáticas actuales, cuestiones que se adentraban en la psicología humana como miedos, ansias y terrores, dudas metafísicas, etcétera, bajo la apariencia de novelas que relataban sucesos ocurrentes en un futuro más o menos lejano, adornado por toda una serie de aparejos científicamente evolucionados, impensables en el momento del lector.

Pero siempre, aun en la aventura más caótica, imperaba una cierta lógica, una premisa inicialmente bien construida que, aceptada sin ambages por el lector, permitía al autor desarrollar su particular teoría con unos elementos fantásticos.

Algunos aseguran que el sentido común es el hermano pequeño de la lógica. Y añaden, sarcásticos: y es el menos común de los sentidos.


Da la sensación que en las escuelas de cinematografía no se imparten clases de lógica y que tampoco se fomenta el cultivo del sentido común. Porque no cabe otra explicación tras haber sufrido durante ciento doce larguísimos min
utos la exhibición de la película Distrito 9 (District 9).


Por lo menos, la lógica y el sentido común se hallan ausentes, al parecer, en la Escuela de Vancouver, donde se graduaron Neil Blomkamp (director y guionista) y Terri Tatchell (guionista).

Porque entre ambos se han cuidado de presentarnos una historia que en otras manos hubiera dado mucho de sí, derrochando efectos especiales por doquier pero sin adentrarse ni por un momento en la cuestión que la mercadotecnia pretende señalar como motivo central: la problemática de la aceptación del tercero como un igual, la integración en la sociedad del extraño recién llegado, el racismo como forma de entender las relaciones humanas.

La falta de lógica aplastante hace que se planteen de inmediato unos interrogantes que pesan como una losa sobre el desarrollo de la película, restándole veracidad y fuerza. Cuando hablo de veracidad me refiero, evidentemente, a los sucesos que se desarrollan a partir de la aceptación por el espectador de una premisa: es decir, vale, han llegado los extraterrestres, y han plantado sobre los cielos de Johanesburgo una nave de enormes proporciones.

Una nave que estará levitando, sola, durante veinte años.

Una nave que alberga (según la nefanda traducción al castellano) un millón de extraterrestres.

Y parece que esos extraterrestres son tan tontos que, a pesar de la capacidad de trasladarse por las galaxias, están en proceso de inanición dentro de su propia nave. Y son los terráqueos sudafricanos quienes les salvan y los meten en un cercado debajo mismo de la nave.

Un millón.

Un millón de extraterrestres con la apariencia de un saltamontes y una gamba de Palamós, que no tienen ningún problema en respirar nuestra atmósfera (?) y se alimentan, preferentemente, de latas de comida para gatos y, de postre, el caucho de las ruedas.

Un millón de extraterrestres que, al paso de veinte años, siguen allí, habiendo alcanzado un crecimiento demográfico hasta 1.850.000 ejemplares, apodados "bichos" por los humanos.

Unos "bichos" con un lenguaje que nosotros entendemos gracias a los subtítulos, pero que el estúpido héroe de la función, Wikus Van de Merwe (Sharlto Copley), que se pasa la función gritando y sollozando a partes iguales, entiende perfectamente, como también lo entienden los miembros del ejército de mercenarios a las órdenes de la Multi National United (MNU) {toma del frasco carrasco}, uno de cuyos mandamáses es, mira que bien, el suegro del tontorrón Wikus, que le nombra agente especial para ir chabola por chabola dando órdenes de desahucio a cada "bicho", pues los van a trasladar a otro campo de concentración.

La falta de rigor lógico del guión es lo más espeluznante de este bodrio apadrinado por el inefable Peter Jackson que debe haberse creído que su nombre le abrirá un día las puertas del cielo cinematográfico de par en par.

La caótica narración imitadora de un documental perpetrada por Blomkamp no convence ni por un minuto y el uso de la cámara en mano nuevamente acusa el artificio de una supuesta naturalidad que se cae por sí misma sin que llegue a impresionar al espectador que siempre, en todo momento, se siente fuera de lo que ve en pantalla y ese, amigos, es un fallo irreparable.

Ni el lamentable guión ni las paupérrimas actuaciones de los desconocidos intérpretes (el protagonista, por lo menos en la versión doblada al castellano es pavoroso) consiguen interesar ni producir la necesaria complicidad del espectador, que, huérfano de afinidades, buscará en la acción un mero divertimento, no hallando más que escenas risibles por reiterativas, vistas cien mil veces y mejor desarrolladas, siendo auténticamente ramplona la burda imitación de una especie de Mazinger Z que en los minutos finales acaba por colocar la guinda de la ilógica omnipresente en una cinta que pretende ser de ciencia ficción y acaba por ser un cuento caótico e incoherente.

Había pensado relatar con detalle oculto unos cuantos fallos garrafales de la historia, pero, francamente, para ser un aviso para navegantes, creo que ya ha quedado claro mi consejo: no hagan como yo: no gasten su preciado tiempo.

El tráiler




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divendres, 11 de setembre del 2009

G.A. (3)



En esta sección dedicada a las grandes actuaciones no puede en modo alguno representar ninguna sorpresa que aparezca en ella el que, en mi humilde opinión, fue el más grande intérprete del siglo pasado.

El británico (no podía ser de otro lugar, está claro) Sir Laurence Olivier constituye, todavía hoy, un clarísimo caso de genialidad aplicada a una vocación, más que a una profesión.

Conocidísima su fama como actor shakesperiano en una Inglaterra provista de grandísimos actores, su cualificación como número uno de todos ellos no fue una cuestión de mercadotecnia, como podría muy bien ocurrir en nuestros días.

Sin ir más lejos, el también muy renombrado Sir Ralph Richardson, afirmaba sin ninguna falta modestia que la capacidad histriónica de Olivier estaba muy por encima de cualquiera de sus coetáneos.

Por ejemplo, su aclamada interpretación de Otelo, en la que se inventó un acento para dar más carácter al personaje creado por el Bardo, es alabada por Richardson asegurando que tan sólo Olivier era capaz de declamar el texto imprimiéndole una fuerza semejante, una capacidad de expresar un ánimo airado movido por el demonio de los celos

Resulta injusto considerar a Olivier tan solo (que ironía) como un modélico y excelentísimo intérprete de la obra shakesperiana.

Olivier trabajó mucho en el cine, por suerte para los amantes de las buenas interpretaciones. Desde que trabajó con Wyler en Cumbres Borrascosas, aprendió a domeñar sus instintos teatrales y nos ofreció más que remarcables inolvidables interpretaciones en películas de todo tipo.

Mi admiración por Olivier me llevaría a insertar muchísimos vídeos, pero me contentaré con uno solo, que demuestra que el gran Laurence Olivier albergaba una versatilidad inalcanzable para el resto de los humanos.

Es probable que los amigos lectores que además suelen dejar comentarios, hayan visto la película, pero sin duda pocos se acordarían de ella sin este recordatorio, porque su visión no es frecuente ni mucho menos en la televisión. Ahí la descubrí yo hace muchos años:

The entertainer


En mi opinión, cualquier escuela de interpretación debería tener una asignatura llamada, simplemente, Larry.




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dimecres, 9 de setembre del 2009

MM 28 ROCKY (1976)



Una película que a priori partía con pocas pretensiones se alzó, hace ya más de treinta años, con el beneplácito popular, casi un fervor.

Dirigida por John G. Avildsen con un guión de Sylvester Stallone, se alzó, sorprendentemente, con tres estatuillas doradas del tío Oscar en su correspondiente convocatoria. incluyendo mejor película, mejor director y mejor montaje.

Sin embargo, lo que todo cinéfilo es capaz de recordar de forma instantánea, esté despierto o dormido, es la sintonía que para ella compuso Bill Conti, nominado pero no premiado.

¿Hacemos un poco de memoria cinéfila?

¿Quien no ha visto esta secuencia y escuchado esa música?


Si existiera la especialidad de sociología aplicada al Cine, seguramente Rocky sería una asignatura independiente no optativa....



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dilluns, 7 de setembre del 2009

Una del Cuarto Poder




Una de las cualidades del cine estadounidense es la probada capacidad de acertar, de vez en cuando, con temáticas que se hallan a pie de calle, en la conversación que se puede mantener mientras se liban unas cervezas con los amigos.

Aun reconociendo que la profundidad sea cuestionable, nadie puede negar que, desde hace ya unos años, demasiados, lo que en una lejana época conocíamos como cine político, cine denuncia, abundante en la cinematografía europea, migró al otro lado del Atlántico.

Asegurar falsamente que en este lado (el mío, quiero decir) no hay temática a denunciar, sería una falacia, porque dudas acerca de la corrección ética en las actuaciones en las altas esferas del poder siempre las ha habido y a lo que parece, siempre las habrá.

También es cierto que las ideas conspiranoicas tienen un caldo de cultivo apropiado en los USA, pero la circunstancia del poder fáctico abona las posibilidades de acertar o acercarse a la verdad.

En la cinematografía estadounidense, bien sea por apoyos interesados bien por responder a un legítimo interés de su propio público, de vez en cuando aparecen películas que cuestionan sin tapujos hechos que todavía salen en los periódicos en el momento del estreno y, a veces, bastante después, también, señalando con el dedo a componentes de los poderes públicos, tanto representantes pol
íticos como personal de la administración publica, como reos de prácticas ilícitas y alegales, cuando no directamente delictivas.

Estrenada en España hace unos meses, La Sombra del Poder (State of Play, 2009) viene a cubrir la cuota de cine denuncia que de vez en cuando nos llega de los USA.

Dirigida por el escocés Kevin Macdonald, se basa en una mini serie británica homónima del año 2003, ideada por Paul Abbott y guionizada para el cine por Tony Gilroy, Billy Ray y Matthew Carnahan, que introducen en la trama algunos giros que, según dicen (porque este comentarista no ha visto la serie) modifican en parte el original, otorgándole una cierta complejidad adicional, a
pesar que el metraje, aun siendo espléndido para una película (127 minutos) es sin duda inferior a la duración de la original.

Cal McAffrey (Rusell Crowe) es un periodista a la vieja usanza; un personaje típico, mal vestido, solitario, gruñón
y respondón, que conoce los vericuetos de la ciudad en que se mueve como pez en el agua, amigo de policías y camareros, olisqueando la noticia a pie de calle, desarrollando su trabajo anárquicamente para disgusto de su editora jefa Cameron Lynne (Helen Mirren) que le paga más que a nadie y le abronca todavía más que a todos juntos, pero maldito el caso que le hace.

Mientras Cal se halla averiguando un asesinato doble en las callejuelas nocturnas, salta la noticia de la imprevista muerte de la ayudante de Stephen Collins (Ben Affleck) político que capitanea en el Senado una comisión para averiguar los entresijos de los gastos de Defensa al abonar los exorbitantes honorarios de las empresas de seguridad privada contratadas para prestar sus servicios en lugares como Iraq por medio de un ejercito privado constituido por mercenarios. Collins da la noticia del fallecimiento en medio de una audiencia pública y todo el mundo se da cuenta que entre él y su colaboradora debía "haber algo" y esa presunta relación adúltera (Collins está casado con Anne [Robin Wright Penn]) desata la furia en los periódicos que buscan decididamente en el amarillismo el refugio a su descenso de ventas.

Quiere la casualidad que Cal y Collins son viejos amigos y, para retorcer más las cosas, resultará que Cal y Anne tuvieron una relación hace tiempo. Y también, por casualidad, Cal descubrirá que la muerte de la colaboradora de Collins no fue un accidente, sino que fue asesinada.

Macdonald y sus guionistas tejen una tupida tela de araña y el espectador va descubriendo datos lentamente, nudos de esa estructura concéntrica en la que avanzamos hacia el centro con cierta dificultad; esa es la sensación que tuve al ver la película, ya que, aun sin ocultar datos, la urdimbre creada llega por momentos a embrollar de tal forma la narración que uno tiene la sensación, errónea, que le están dando gato por liebre.

De hecho, la sensación, meditada con calma, es que Macdonald, bajo la apariencia de un thriller político, cuenta otra cosa: ya sabemos -o creemos saber- que en el circo político se entremezclan intereses económicos inconfesables, denunciados en otras ocasiones, y los recientes escándalos respecto a la actuación de los mercenarios bajo contrato es una de las cuestiones que más polvareda ha movido en los últimos años, así que no es de extrañar que la cuestión centralice buena parte de la atención de la trama.

Pero Macdonald, a ojos de este comentarista, usa los conflictos causados por esos intereses como un macguffin, porque la esencia de la película reside principalmente en la condición de periodista de Cal, ese desastrado personaje muy bien interpretado por Russell Crowe; un periodista que pisa la calle; que tiene un sentido de su profesión muy arraigado a los conceptos de independencia, que busca la verdad de la noticia; un concepto que chocará con la actitud inicial de la joven periodista Della Frye (Rachel McAdams) que, no sin sorna, se ocupa de las noticias en la versión on line del periódico, una bloguera más que una periodista, dice zumbón Cal.

La obligación de colaborar de ambos, impuesta por la jefa, producirá no pocos roces entre ellos pero será un camino iniciático para Della que percibirá que la noticia hay que sudarla, embarrándose e incluso sangrando para escudriñar la veracidad de la misma.

Cal se erige en prototipo idealizado -más que ideal- del periodista, concienzudo y constante en la búsqueda de la noticia, con una determinación que arrollará a cualquiera: en una escena, Anne, que está dolida por el descubierto adulterio de Collins, le echará en cara que siempre ha sido muy capaz de despreciar todo y a todos en busca de "su verdad", de la verdad de "su noticia", lo que engrandece el concepto de servicio a la independencia que se le supone a un periodista cabal, por encima de conveniencias políticas o amistosas.

Entreveo una cierta crítica pues al mundo del periodismo, ese Cuarto Poder teórico que debería permitir al ciudadano estar al cabo de la calle de la realidad que le circunda; resulta diáfana la situación actual de las editoriales de periódicos cuando vemos la estresante contradicción que alberga la editora jefa, periodista de raza como Cal, apremiada a conseguir vender más periódicos que la competencia al precio que sea, por amarillo que éste pueda parecer; asimismo, una clara crítica no tan sólo a la información que se ofrece on line (Della es acusada directamente por Cal de opinar sin conocer la noticia) sino más allá a la falta de dedicación y esfuerzo del periodista que se convierte en mero transmisor de opiniones redactadas sobre noticias llegadas de los teletipos sin contrastar nada, como señalando que la actual debacle de los medios informativos reside principalmente en su similitud causada por la aparente falta de esfuerzo y trabajo responsable, olvidando lo que les enseñaron en sus estudios: resulta paradigmático que Cal, cuando por fin ha conseguido atraer hacia "su lado" a Della, le regale un collar formado por muchos bolígrafos ensartados en un cordón, que colgará del cuello de su "aprendiza", para que nunca olvide que es con el bolígrafo y en su bloc de notas donde debe empezar a gestarse la noticia. A pie de calle, claro.

No en vano, el último plano es el que nos muestra el camino del artículo escrito por Cal y Della desde su ordenador hasta que sale a la calle. En papel impreso, por supuesto.

En definitiva, una película que se sigue con interés, con un formato ya conocido en el que no despunta ni aporta novedad alguna, salvo esta consideración que a este comentarista le ha parecido oportuno reseñar, después de unos días de meditarla con calma. Sin desmerecer la denuncia política que supone señalar con el dedo a unos políticos corruptos capaces de cualquier cosa con tal de enriquecerse a sí mismos y a sus socios con el erario público, permanece, insisto, una crítica de fondo al mundo de la información escrita, que no está, como sabemos, en el mejor de sus momentos.

Vean, si les apetece, el tráiler en castellano, aunque, desde luego, recomiendo, como siempre, la versión original subtitulada.







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dijous, 3 de setembre del 2009

La vida te da sorpresas



Es curioso: a pesar de estar en huelga de teclados caídos, compruebo que, contra mi decisión inicial de dar muestras de vagancia, ni he dejado de aparecer por aquí, ni, y esto es lo que más me sorprende, las visitas de los amables lectores han dejado de aparecer,.

Cuando hice el experimento de emplazar y comprobé que no aparecía nadie, pensé: la has pifiado, tío.

Con cierto retraso, podría decir que la última convocatoria ha sido un éxito, aunque muchos se hayan quedado como "oyentes"....

La vida, la vida, la vida.........

La vida te da sorpresas...



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dimarts, 1 de setembre del 2009

Se abre la admisión de respuestas



Esto no puede ser.

Aquí uno intentando que el personal pase un rato entretenido, y resulta que alguna/o examinanda/o se ha tomado la cosa tan a pecho que me está haciendo vudú

Porque me pasan cosas muy raras y me ha salido un mechón rubio en medio de la cocorota, una especie de rebrote juvenil que canta como una almeja.





¡Pero si esto no es nada serio! ¡Es un acertijo!

En fin, llegó el momento: redoble de tambores..

Queda abierta la admisión de respuestas del Examen de Cinefilia (Parte XXII)


La cinéfila Alma ha sido capaz de reconocer a todos los actores y por ello se hace acreedora a un premio especial, porque, setenta, son muchos, es cierto.

Hay miradas que matan, hay miradas que hechizan, y hay miradas capaces de reconocer setenta rostros en poco tiempo.

¡Enhorabuena, Alma!


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