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dilluns, 27 de febrer del 2012

Topper



La semana pasada nos detuvimos un momento a considerar aspectos relativos a la autoría y en uno de los modos con que las productoras podían cercenar la disposición de un director sobre su obra, pero es bien sabido que en el cine existe lo que para entendernos denominamos como obra de encargo, en la que la figura del productor -ahora los llaman productor ejecutivo- tomaba las decisiones más importantes de un rodaje, comprendiendo desde el guión hasta la elección de los diferentes directores de cada cuerpo técnico, después o antes de elegir al que se iba a encargar de dirigir el concierto para evitar que el caos se apoderara de la empresa y significara pérdidas para el estudio.

Así, tipos como Hal Roach -que empezó en esto del cine en 1915- con la sangre plagada de plaquetas cinematográficas, sabían muy bien lo que querían y la forma de obtenerlo y por descontado sabía perfectamente a quién debía encomendar cada trabajito.

Cuando Roach leyó la novela de Thorne Smith que se basaba cómicamente en las aventuras y desventuras de un banquero a causa de una pareja de antiguos conocidos, supo que en pantalla podía ser un éxito parejo al que tuvo la publicación y encargó a tres guionistas que se hicieran cargo de escribir un libreto para que pudiera dirigirlo Norman Z. McLeod quien había demostrado su solvencia en tanto que director de comedias muy populares e incluso lidiando con el subversivo humor marxista, así que con toda seguridad podría ponerse frente a un reparto en el que un emergente Cary Grant se mataba a sí mismo y a su bella compañera Constance Bennett -ambos como los consortes George y Marion Kerby- al cuarto de hora de la película que se tituló como la novela Topper (1937) que por aquí se tituló Una pareja invisible, cambio de título decididamente estúpido, innecesario y totalmente injusto para con Roland Young, actor acostumbradamente secundario que tuvo la ocasión de brillar por sí mismo al encargarse de soportar el peso de la comedia representando a Cosmo Topper.

McLeod recibe con el encargo de Roach no tan sólo la oportunidad de dirigir una comedia sencilla y amable en la que el público puede distraerse comprobando lo bien que viven los ricos en sus grandes mansiones con un comportamiento que está constantemente bordeando lo permitido por el entonces ya vigente código Hayes, con juegos de palabras que directamente chocan con la moralina imperante en los círculos oficiales y remiten a un cierto gamberrismo descontrolado que apunta pero no llega a disparar, porque aunque la base podría dar para mucho más, es evidente que los guionistas no aprovechan la base de la novela para echar vitriolo, como hubiera sucedido de caer en otras manos.

En lo que sí destaca esta película es en el provecho que McLeod saca de los medios a su alcance, principalmente un sistema de sonido marca de la casa, Hal Roach SSD, con el que el técnico Elmer Raguse obtuvo una nominación a los Oscar, porque en Topper el sonido bien sincronizado es fundamental: es un elemento más de la narración al configurarse en muchas de las escenas como cualquiera de los dos cónyuges fallecidos, esos Kerby que, estrellados con su rápido automóvil, permanecen como fantasmas ahora visibles, ahora invisibles, pero casi siempre al lado del pobre Cosmo Topper, al que apabullan o ayudan, compelen e impelen a realizar locuras que nunca antes había siquiera imaginado ser capaz de llevar a cabo.

Ese automóvil que conduce George Kerby con los pies nada más iniciarse el metraje, cómodamente sentado encima del respaldo de su asiento de conductor, es un espléndido Buick Century, descapotable de dos plazas diseñado especialmente para la película por Bohman y Schwartz que construyeron un espacio en el que se ocultaba un conductor, para aquellas varias escenas en las que hay un fantasma al volante. Porque en 1937, amigos míos, los ordenadores todavía no habían hecho presencia en el cine y los efectos especiales se realizaban con talento y las manos, y el público, mucho más ingenuo de lo que ahora pueda ser un chaval de diez años, se asombraba con esos trucos visuales, como muy bien supuso Roach, alcanzando un éxito que propició varias secuelas, siempre con el bueno de Cosmo Topper lidiando con algún fantasma, para fortuna de Roland Young, que en esta primera versión resiste muy bien al compartir la pantalla con Cary Grant que empezaba a descollar y la más guapa de las Bennett, que demuestra andar sobrada de talento para la comedia, actriz que no recuerdo haber visto anteriormente, quizá un caso más de mala suerte a la hora de elegir presencias en el cine.

En definitiva una película que nos permite constatar la magia del cine en su vertiente de embaucador, de presentador de fantasías, historias irreales, uso estimulante de efectos especiales siempre al servicio de la narración, porque aun siendo grande su presencia dentro de la misma, jamás toman protagonismo y permiten el lucimiento de unos comediantes sólidamente anclados en el dominio del tempo, provocando la mejor de las sonrisas con la mayor seriedad.

Y tiene un plus: actuación en directo del gran Hoagy Carmichael que compuso para la ocasión su canción Old Man Moon

Vean, si gustan, el Tráiler



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divendres, 24 de febrer del 2012

Examen de Cinefilia (parte LIII)



















Como pasa el tiempo, ¿eh?, sobre todo, en este mes de febrero con menos días: así es, hoy, último viernes, toca examen.

Y lo digo de entrada porque así los novilleros y escaqueadores se ahorran unos segundos preciosos, aunque no se libran de la crucecita roja en la lista negra ¡que lo sepan! y algún día pasaremos cuentas: ya llegará el treinta de febrero, ya...

Y ahora, los que quedamos, pongámonos serios, frotemos suavemente las sienes, alisemos esos pelos de punta en la cabeza y dispongámonos a tomar debida nota de todo lo que se verá, porque hay unas muy jugosas pistas que sin duda conducirán a la solución del enigma de hoy,





que, de nuevo, consiste en averiguar el título de una película.


Y en vista del éxito obtenido en la anterior convocatoria, reincidimos en ofrecer como pistas una serie de fotografías que pueden verse en este interesante Carrusel de Diapositivas que, para que resulte más fácil que nunca, es una colección de fotogramas de la película en cuestión.


Debo pedir disculpas si ha resultado demasiado fácil: he de reconocer que la visión del objeto, tan característico, me impactó al extremo de demorar el comentario de la película para construir en torno al mismo este examen: fíjense si cuento cosas, hoy. Facilísimo, lo sé; espero que no haya resultado aburrido...


Me parece adivinar un rumor de maldiciones y quejas, como si hubiera alguien que no haya descubierto ya de qué película se han tomado esas fotos.

Igual es que las fotos han perdido lustre: claro, son tan añejas....


Para evitarme maldiciones innecesarias por injustas, creo que voy a ofrecer una pista definitiva en forma de vídeo.

Así que, para quien lo precise, puede hacer click aquí.


Mira que pierde la gracia de la investigación: ¿seguro que quieres mirar este vídeo?

Esa es la pista definitiva, pero conste que es para aprobados justillos....




Como siempre, respuestas correctas -o no- a mi correo y en el cajetín de comentarios todas las quejas, maldiciones y deliciosos comentarios.



El amigo Raúl ha sabido encontrar dentro de las pistas ofrecidas un dato sobre el que basar su búsqueda y ha dado con la solución del enigma, por lo que se lleva la mención de vencedor antes que nadie. ¡Enhorabuena!


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dilluns, 20 de febrer del 2012

Alma en pena



Uno se entera con retraso de algunas noticias interesantes gracias a los paseos cibernéticos erráticos emprendidos desde un punto conocido: el otro día, estando en casa del bueno de Francisco Machuca acabando de leer una interesante colección de artículos glosando la figura de Antoine Doinel, me despedí a la francesa yendo a parar a casa de Miguel Sanfeliu (a quien no conocía) y desde su interesante reflexión relativa a Megaupload y los derechos de autor pegué un considerable bote que me dejó levitando y quieto por espacio de una hora.

Los derechos de autor constituyen tema para producir densos y complejos debates y este medio en el que nos movemos, con ser libre y rápido de reflejos, a mi entender no es el más apropiado para debatirlos, aunque sí para enunciar sus muchos y variados postulados.

Pero lo que sin duda sí puede -y debe- realizarse en internet es comunicar lo que uno llega a conocer, ni que sea señalando los lugares donde cualquier otro interesado en el tema puede hallar datos y reflexionarlos por sí mismo, que es la mejor forma de entenderlos pues la digestión cada quien la tiene conforme a lo que ha ingerido con anterioridad.

La teórica defensa de los derechos de autor es el sustento de las normas legales impulsadas por la anterior Ministra de Cultura por la que nunca he sentido aprecio alguno, la verdad, y ya veremos si su sucesor se mantiene en la misma tesitura plegada a los intereses espúreos de una industria a todas luces atrasada tecnológicamente mal que me imagino que la realidad es la pretensión de mantener unas prebendas de buenas ganancias por no hacer absolutamente nada más allá de representar e intermediar en una actividad cada vez menos necesaria, dejando en realidad al verdadero autor en la estacada.

Sobre la autoría en cine la discusión no es baladí y no tan sólo se remonta a las bregas entre directores y productores tanto en lo que concierne al propio concepto de autor-creador como fertilizador de una idea que deviene en arte o en producto medianamente artístico, quizás mero entretenimiento, sino que remite directamente al mucho más prosaico -pero también jurídico- concepto de la propiedad con el añadido adjetivo de intelectual que no hace más que añadir leña a la disgresión filosófica en torno a quien acaba siendo el detentador de los plenos derechos sobre la obra cinematográfica.

Cuando don dinero se mueve lo hace pesadamente atenazando las posibilidades, así que salvo que el director sea quien con sus dineros -o con los que pueda recibir en préstamo- sufrague el costo de producir una película, lo más normal es que en el contrato con una productora ésta se convierta de inmediato en la propietaria del producto final y el director acabe siendo un empleado que, con suerte, recibirá una participación de las ventas a partir de determinados ingresos en beneficios.

Ello significa que la productora hace con la película lo que le viene en gana. Y eso, supongo que todos estaremos de acuerdo en que es malo: muy malo.

Porque la productora puede modificar el montaje, modificar el final, cambiar frases del guión, etcétera. Lo hemos comentado aquí en varias célebres ocasiones, siendo Orson Welles víctima habitual. Nada menos que Orson.

Pero lo peor que puede hacer una productora es agarrar la película que ha producido y guardarla en un armario, sin que nadie pueda tener acceso a ella. Ni su director y guionista.

Esto puede ocurrir en Estados Unidos porque el estudio piense que ya ha perdido demasiado dinero y está convencido que con la promoción habitual perderá más.

En España, esto no es así: parece ser que sale más a cuenta ni siquiera pagar por hacer un cartel, alquilar por cuatro cuartos una mini sala, invitar a la familia a ver la película comprándoles las entradas, y sentarse a esperar que con tu dinero, amigo lector, y con el de tu familia entera, y el de todos tus amigos y conocidos, se vaya llenando automáticamente el bolsillo del productor, sin vender ni una entrada.

Porque en España el cine, que es un arte, está subvencionado, que quiere decir que entre todos pagamos a unos pocos para que hagan ver que se dedican en serio a eso tan importante como es el cine, aunque luego nadie vea lo que han hecho. Por una parte porque no hay ocasión, ya que al parecer hay películas que no se exhiben, y por otra parte, porque algunas son malísimas, pero ése ya es un concepto que hoy no tocaremos.

Hoy nos detendremos, si os place, a tomar nota de la aventura de un director novel de nombre Tinieblas González que hace unos pocos años se ocupó de rodar una película que él tituló como Alma sin dueño, siendo asimismo autor del guión.

Una película que recibió una buena subvención en parte por la condición de novel de su director, entrando en las previsiones del año 2006, como se puede ver en este documento oficial de Ayudas a la Cinematografía, proyectos iniciados, 2006 en el que se refleja que se le entregan 37.830 euros, que representan, según dice el propio documento, el 4,85 por ciento del total a recibir que son, en consecuencia, 780.000 euros de nada.

Una película que, acabada de rodar, fue apropiada por la productora, necesaria para recibir la subvención, que se ocupó de que se estrenara en un ignoto cine de los madriles el día 22 de diciembre de 2010, justito para recibir el resto de la subvención, y lo hizo cambiándole el título a Sin Alma, como puede comprobarse en este otro documento oficial, Boletín Informativo, Datos 2010 donde vemos que Sin Alma, estrenada el 22 de diciembre de 2010 consigue una recaudación de 92 euros, vista por 25 espectadores (pag. 107/208)

Según Tinieblas González, el público al que va dirigida la película es el comprendido entre los 15 y los 20 años de edad, así que la productora, teóricamente, acierta al estrenarla justo el día que empiezan las vacaciones estudiantiles navideñas: lo que no se entiende es que desde el 22 hasta el 31, en nueve días de vacaciones, únicamente 25 espectadores la vieron. ¿Será porque sólo hicieron un pase y no la anunciaron al no tener ni un póster?

Como es natural, Tinieblas González acabó bastante disgustado por la situación producida en buena parte por la lamentable actuación del Ministerio de Cultura, y un buen día se despachó a gusto en una conferencia de prensa donde prácticamente se situó al margen de la industria cinematográfica española, aunque me parece que no le importa mucho.

Aquí tienen la conferencia que, como decía al principio, me tuvo una hora en vilo. Tómense una tila, oigan.






Pueden ver el Tráiler doméstico realizado por Tinieblas de su película.

Más que Alma sin Dueño, por lo errante, será una Alma en pena...

p.d.: Seguramente, esa película no me gustaría nada. Pero me da un coraje enorme todo lo que cuenta en su conferencia, aunque ya lo supusiera.






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divendres, 17 de febrer del 2012

TC (24) Billion Dollar Brain




No es ninguna casualidad la coincidencia en el año 1967 entre la película cuyos títulos iniciales podemos revisar tranquilamente en este Vídeo y la saga a la que intentaba pertenecer el film que nos ocupó anteriormente en esta misma mini sección.

La figura del espía solitario con una cierta tendencia a resolver los problemas a su modo y manera tuvo presencia en las pantallas de los sesenta y setenta del siglo pasado bajo la apariencia de diferentes individuos y la imitación de Bond se ampliaba en el deseo de crear una saga productora de pingües beneficios.

Harry Palmer, incorporado por un joven Michael Caine, casi desapareció en esta su tercera aventura (Caine todavía encontró a Palmer en dos ocasiones más, en la década de los noventa) seguramente por verse la trama aquejada de un exceso de tecnología: ése cerebro de un millón de dólares es un cerebro electrónico, un carísimo ordenador que, para los más jóvenes, puede aparentar ciencia ficción, pero que, en realidad, con su escasa capacidad (entre 1,4 y 12 kilobytes de memoria) y sus miles de tarjetas perforadas, popularizó en nuestro país el contrato de leasing, pero eso ya son temas extra cinematográficos que no vienen a cuento.

Si ya se ha visto el Vídeo, vuélvase a ver y piénsese que las imágenes son lo más parecido a la realidad de la época.

Los títulos, sin ser nada del otro mundo, sirven al ojo avezado a darse cuenta inmediatamente de la fecha del rodaje, con unos tics muy característicos, curiosamente heredados de la televisión. Y por supuesto, realizados a mano: con 16k ya me dirán....

La película, como todas las de la saga de Harry Palmer, se deja ver...




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dilluns, 13 de febrer del 2012

Escorpión




El británico Michael Winner ya nos dió ocasión hace unos meses de observar el uso de la violencia seca y fría en el entorno del western, con la impagable presencia de un veterano Burt Lancaster que, al parecer, quedó tan contento con los resultados obtenidos que al cabo de dos años repitió en una nueva película con el mismo director basándose en un guión de Gerald Wilson sobre una historia de David W. Rintels que se desarrollaba en los ambientes del espionaje internacional en el marco de la llamada guerra fría, todavía muy presente en 1973 cuando se estrenó la película Scorpio que se podría haber presentado perfectamente traducido su título como Escorpión, pero se dejó con su original ya bastante identificativo.

Ese Escorpión del título es Jean "Escorpión" Laurier, que se supone es francés aunque a ciencia cierta no se acaba de estar seguro, más allá que mantiene una relación bastante estrecha con el veterano espía Cross que se supone está al servicio de la CIA y se ha ocupado durante un tiempo de aleccionar al joven Escorpión hasta convertirlo en un afamado asesino a las órdenes de operaciones de dudosa legalidad en las que las llamadas eliminaciones están en el orden del día sirviendo a oscuros designios de no se sabe bien quién.

Se supone que Cross y Escorpión están alineados en el llamado bloque occidental y en el otro lado, pro soviético, está otro experto agente secreto que atiende al nombre de Zharkov y parece saber mejor que nuestros protagonistas lo que se cuece en sus propias cocinas, porque empiezan a haber acciones peligrosas, interrogatorios súbitos, desconfianzas alevosas y muertes inesperadas de gentes que parecían tristes oficinistas y resulta que hay algunos ocultos intereses a los que se sirve mediante la delación, la traición y el abandono de fidelidades.

Winner, que ya nos demostró dos años antes no temer ensangrentarse -figuradamente- las manos en una carnicería sin sentimientos, se muestra cómodo como pez en plácidas aguas submarinas mientras en la superficie arrecia el temporal y mediante su estilo sobrio y económico, en ocasiones incluso rudo, presenta sin concesión alguna muertes que obedecen a métodos siniestros conducentes a la satisfacción de intereses políticos con marcado carácter personal, presentando esa punta de lanza de las cloacas estatales en las que unos supuestos fines justifican cualquier medio, enmascarando una realidad mediocre y muy alejada del interés general, una guerra soterrada en la que el secretismo es camino habitual y la sospecha se convierte en certeza suficiente para una orden letal.

En esta ocasión Winner se sirve nuevamente de la excelente partitura de Jerry Fielding y la ajustada fotografía de Robert Paynter y se ocupa personalmente del montaje, como debe ser, ya que a él le corresponde marcar el ritmo y desde luego lo hace estupendamente, como puede verse en una de las mejores persecuciones a pie que quien suscribe ha visto en pantalla grande, imitada luego en diversas ocasiones, en la que Lancaster demuestra una forma física excepcional a sus sesenta años, huyendo delante de un impetuoso Delon que le quiere hacer una preguntita de nada....

Pero no adelantemos acontecimientos de la trama, porque una de las virtudes de esta setentera película es el guión provisto de giros sorprendentes pero bien construidos sobrepasando el argumento de una cinta de acción bien rodada al apuntar relaciones personales en las que la fidelidad amistosa y el amor pueden o no ser veraces o simples medios de fortuna al servicio espúreo de un interés, gracias, en buena parte, a las sólidas interpretaciones tanto de ambos protagonistas como de los secundarios que, en esta ocasión especialmente, revisten la mayor importancia para desarrollar entre todos el tejido de esa red de espionaje en la que nada es lo que puede parecer a simple vista.

Imperdible para el cinéfilo amante de las películas de espionaje: una cinta precursora de algunos modos que luego se irían implantando como básicos mientras se olvidaban otros aspectos también sustanciales; para todos, una buena muestra de cine de género rodado con los medios justos y mucho oficio por parte de todos los intervinientes, del último al primero, el director, máximo responsable de todo el tinglado.


Vean tranquilamente los Títulos de crédito, pero no vean más vídeos en youtube a menos que quieran ser pasto de los malditos spoilers.





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divendres, 10 de febrer del 2012

MM 61 FORT APACHE



Los que como quien suscribe somos irredentos admiradores del genio con el parche en el ojo sabemos que en muchas de sus grandes películas siempre hay un momento de transición, un pequeño descanso narrativo, en el que la música toma presencia y se impone, obligando a algún que otro personaje a intervenir, bien sea cantando, bien sea bailando, por mucho que ninguna de ambas actitudes frente a una partitura sean esperables de su condición.

El larguirucho Henry Fonda siempre tuvo los pies ligeros y cierta habilidad para no hacer el ridículo, mostrándose como perfecto anfitrión a la hora de iniciar un baile de gala, aún con cierta vacilación por la pareja de turno:







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dilluns, 6 de febrer del 2012

Drive



A veces, a uno le gustaría disponer de más recursos para poder transmitir de forma certera y sin margen de error las sensaciones que se han sentido en la sala oscura, rodeado de un montón de personas educada y gentilmente silenciosas cuyos pensamientos sobrevuelan el patio de butacas pero resultan inaprensibles y uno, absorto, no sabe si hay o no la supuesta comunión que hace sentir la magia.

Haré una intentona para representar con palabras y lo más gráficamente posible lo que sentí hace unos días, cuando el último sábado de enero asistí a la proyección de Drive :

Esta










película










me está










pareciendo










un poco










lenta.

No suelo mirar el reloj cuando estoy en el cine: hice una excepción, en parte por mirar algo inteligible, en parte para constatar que, habiendo empezado la proyección a las 18:45, a las 19:38 todavía no había ocurrido nada de interés en la pantalla, y ya empezaba a estar un poco harto del narcisismo evidente de Nicolas Winding Refn que se empeña en retratar al inane Ryan Gosling que, siguiendo seguramente las instrucciones del director, confunde el hieratismo soterrado con la inexpresividad de un trozo de madera.

La historia es tan simple y tan conocida que no alberga interés alguno y además el guión -por decir algo- es tan flojo que ni siquiera aporta un pequeño giro argumental o de tratamiento que pueda despertar el más mínimo interés en el espectador que ya ha visto ejemplares como Point Blank

El amigo Gosling no le duraría a Marvin ni dos minutos y le doy ventaja de una mano atada: he leído por ahí muchas expresiones elogiosas acerca del nivel interpretativo del nene ése y, francamente, después de verlo como absoluto protagonista en dos películas, ya he tenido bastante para entender que hay una campaña promocional que sabe aprovechar perfectamente los graves defectos del cine actual, de los cuales, paradójicamente, esta infumable Drive es una muestra impecable.

El guión carece incluso de alguna frase para la memoria y adolece de falta de rigor y lógica, dejando inexplicado el porqué: ese protagonista callado explota de repente y sin venir a cuento produciendo una excesiva violencia que evidentemente no tiene nada de habitual en el hampón profesional: hay un sadismo latente en el personaje y por lo tanto debería de existir también un buen grado de bipolaridad manifiesta por lo menos, cuando no una conducta psicótica que no aparece detallada, residiendo estas percepciones en el espectador que intenta otorgar a ese personaje solitario unas condiciones anímicas que no han sido ni por un momento apuntadas ni por el guión, ni por el autocomplaciente director, ni, por descontado, por un ¿actor? que no sabe o no puede expresar con la mirada lo que los más grandes rostros hieráticos de la historia del cine han sabido siempre hacer, y si no que se lo pregunten a Mitchum.

Esta película contiene un par de persecuciones automovilísticas normalitas, del montón, pelín fantasiosas (un Ferrari, marcha atrás, no corre tanto, pero hacia adelante, no lo hubieran pillado ni en broma) y me parece que exige demasiado del cinéfilo: exige una extrema complicidad no para entender la trama, que no la hay, sino para elevarse muy por encima del nivel que le corresponde, al que volverá en apenas tres años, cuando haya pasado todo el alboroto que artificiosamente ha levantado tanto polvo que tampoco acabará por empañar el lustre de esos premios Oscar de los que ha quedado descabalgada provocando los lamentos de un sector de la cinefilia con el que, evidentemente, no estoy de acuerdo para nada.

Es un producto que sin la oportuna promoción hubiera quedado en su lugar de serie zeta, típico estrellado de los periódicos que, cuando la mini reseñen en su pase televisivo, la pondrán en su lugar de pieza mal escrita, rodada con estilo narcisista (la cámara manteniendo el plano sobre algo inane no consigue jamás alzar el vuelo por mucho que insista) y simple a un tiempo, previsible siempre sobre el careto impasible de un actor que no lo es ni lo será nunca a menos que aprenda rápido, porque lo que sí se le puede augurar al guapito Gosling es que tendrá fama y dinero, pero lo que es calidad y arte, va a ser que no: del montón y gracias.

Si ya la han visto, ya saben lo que hay; y si no, tomen nota, que no todo el monte es orégano. Pueden llegar tarde a la sesión, eso sí: les sobra la primera media hora larga, así que tranquisss.



Tráiler






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divendres, 3 de febrer del 2012

MM 60 WILD IS THE WIND



En un melodrama denso y apasionado circunscrito a inmigrantes de origen italiano, la gran actriz Anna Magnani, en una de sus aventuras o incursiones en la industria cinematográfica hollywoodiense, se encuentra a un excesivo Anthony Quinn y a un joven Anthony Franciosa, todos ellos a las órdenes de Cukor, y con el figurado acompañamiento a la guitarra del primero canta una tonada napolitana mientras no le pierde la cara al otro.

Scapricciatiello





Por si hay curiosidad, ahí está la Letra:



Scapricciatiellu mio, vatténne â casa
si nun vuó' jí 'ngalèra, 'int'a stu mese...'
Comme te ll'aggi''a dí ca nun è cosa?!
Chella nun è pe' te... chella è na 'mpesa!
Che vène a dí ch'è bella cchiù 'e na rosa
si po' te veco 'e chiagnere annascuso?
Lássala, siente a me, ca nun è cosa!
Tu, p' 'a bionda, si' troppo onesto:
chella è fatta pe' ll'ommo 'nzisto...
Alluntánate 'a 'sta 'maésta'
ca te pierde, figlio 'e mammá...
Nun 'o vvide ca te repassa?
Te ciancéa cu ciento mosse...
T' 'o ffá credere e po' te lassa:
Te fa perdere 'a libertá!
Tutt' 'e mmatine, mamma, dint' 'a cchiesa,
prega, pe' te, 'a Madonna e nun repòsa...
Jett' 'o curtiello...nun fá 'o smaniuso,
si no tu vaje 'ngalèra e 'a bionda sposa!
curre add' 'a vecchia, va', cércale scusa!
Tu p' 'a bionda...

STRUMENTALE

Nun 'o vvide ca te repassa?
Te ciancéa cu ciento mosse...
T' 'o ffá credere e po' te lassa:
Te fa perdere 'a libertá!

'Scapricciatiellu mio, vatténne â casa
si nun vuó' jí 'ngalèra, 'int'a stu mese!'






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