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dimecres, 8 de febrer del 2017

No podrán arrebatármelo




En ocasiones pienso que no lo hacen a propósito y siempre permanece, constante, una duda: ¿tratan de confundirnos?

Uno mira, lee, observa y compara.

Comparar, ¿es malo? ¿es mejor olvidar? ¿siempre?

Depende, dirán; claro, depende. Si comparamos, habrá que establecer unos límites, ¿no?.

Pero resulta que hay mucho ruido, mucha alharaca, mucho buscar el elogio y la admiración para obtener, pura y simplemente, pingües beneficios.

En ocasiones, pienso que me están vendiendo humo. Yo fumé mucho, mucho, mucho, hasta que recibí un toque: no más humo. Y ahora, no trago más.

No sé si es una ventaja o una desventaja pero es indudable que la veteranía conlleva una acumulación de experiencias que, si la memoria no falla, ayudan a conformar una opinión.

Quizás algunos preferirían que no recordáramos cosas que hemos visto.

Por ejemplo, a un tipo flacucho, no muy bien parecido, normalito pero elegante, eso sí, que se ganó la vida con eso del cine. El hombre sabía tocar el piano regulín, regular, cantaba con mucho estilo y swing (según afirmación de Count Basie) y bailaba que parecía flotar.

Claro que tuvo mucha suerte: trabajar con compañeras de tronío y sobre composiciones sólidas como bastiones inexpugnables al paso del tiempo.

Por eso, quizás, se atreve a poner toda su confianza en ella:





I'm Putting All My Eggs In One Basket (Follow the Fleet [Sigamos la flota, 1936])(Irving Berlin)


Pobre tipo, ése Fred: por saber tocar el piano regulín, cantar con swing y bailar como un ángel, ni siquiera le nominaron para un Oscar: los muy estúpidos, esperaron a nominarlo como secundario, en una película catastrófica....

Claro que a Astaire no le hace falta ningún premio: ha quedado como ejemplo de lo que es protagonizar un musical y muy por encima del paso del tiempo y, desde luego, sabe muy bien lo que es poner buena cara a los contratiempos:





Lets Face The Music And Dance (Follow the Fleet [Sigamos la flota, 1936]) (Irving Berlin)

Podríamos estar todo el día así, disfrutando de momentos musicales que pueden ser bien o mal imitados pero difícilmente superados, pero no es tiempo ni lugar... ¿verdad?

Está claro que lo visto y paladeado nadie lo puede arrebatar: Fred se lo cantó a Ginger en 1937, pero no lo bailaron hasta doce años después, cuando ya ella había tomado su camino e incluso, ella sí, había conseguido su estatuilla dorada:




They Can't Take That Away From Me (George & Ira Gershwin)(Shall We Dance [Ritmo Loco, 1937] & The Barkleys of Broadway (Vuelve a mí, 1949])


Otrosí: A Irving Berlin le dieron un Oscar por White Christmas y le nominaron en varias ocasiones; al genial George Gershwin, le nominaron una vez, precisamente por They Can't Take That Away From Me. Al mediocre Justin Hurwitz le acaban de nominar ¡dos veces! por unas composiciones que nadie recordará dentro de tres años.

¿Seguro que no lo hacen a propósito?







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